Finales

Un domingo lluvioso, de final épica. De primos que compartieron infancia, La Catalina, cuartos, caballos. Retos. Casitas y peleas. Cabalgatas, fideos, idas a Carrefour de La Plata, fiestas de disfraces, idas a Bavio, cachorros. Hijos de dos hermanas unidas como carne y uña. 20 años después, en una casa espaciosa en un barrio en zona norte, primos, con parejas, hijos, una nueva generación que no para de crecer.  Zambullidas de niños felices en la pileta.Peleas por juguetes, por algún helado. Algunos de esos primos no están porque viven afuera, pero las tecnologías acortan esas distancias a la nada misma. Esas dos hermanas, cariñosamente llamadas Patty y Selma, hoy abuelas extraordinarias ellas. Presentes, generosas, malcriadoras. De esas que están al pie del cañón para cuidar y mimar, para llevar a pasear, y para poner algún que otro límite, también. No es casualidad que en ese domingo de familia, y asado, y nervios y alegría y emociones encontradas, de vida misma, haya sido el cumpleaños de la madre de aquellas hermanas. Coqueta, cariñosa, alegre, generosa, distraída y  malcriadora, y rubia de piernas largas, por supuesto. Un guiño desde el cielo, sabiendo que su tribu va a estar bien a pesar de todo. Que los valores y recuerdos que sembró en sus hijas y todos sus nietos siguen. Marcan camino y dan luz. Siempre. Hasta un domingo tormentoso de épicas y rivales.

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