Qué bello abril sos vos, otra vez

Y un jueves 2 se abril, en plena cuarentena y pandemia, Aline cumplió 3 años. Tuvo una torta marquise cona la base de brownie quemada por mí (y salvada por el glorioso merengue italiano de su papá),  budín de limón, balloons, y las decoraciones de bunnies y rainbows compradas en noviembre de 2019, como si hubiéramos sabido que algo iba a pasar alrededor de su cumpleaños. Tuvo zoom con sus abuelos y tíos, mucho excitement y una madre agotada de cansancio y felicidad.
Y al día siguiente, viernes 3 de abril, como quien no quiere la cosa, y respetando el cumpleaños de su hermana mayor, una primera contracción a las 8.50 am (al igual que con Aline) me indicó que alguien estaba llegando. Una llamada rápida a mi madre para avisarle que iba a tener que romper la cuarentena, unas contracciones que empezaron tranquilas y se hicieron cada vez más intensas, al nivel de llanto y gritos desgarradores, de estar tirada en el piso del baño sin poder moverme. Una confirmación de Beccar Varela de que vayamos al hospital, entregarle Aline a Nana y un viaje a Pilar cruzando todos los semáforos en rojo, entre un dolor fatal y un estado catatónico. Una vez ahí, la tranquilidad de haber llegado, de tener a mi médico con su tranquilidad y calidez, y sobre todo, la bendición de la anestesia. Casi 20 minutos después, 3 pujos y mi hermoso Frankie Moy llegó al mundo. Exactamente a las 12.04 del mediodía, pesando 3.260 y 50.5 centímetros de largo. Ese momento de extraordinaria felicidad, de vernos las caras pero amándolo desde el momento cero. Yo que pensaba que iba a tener un Manolito retacón, morocho y peludo y tuve un niño con una pelusa rubia, rosadito, con piernas largas y flacas. Despierto, manso y tranquilo, con un odio visceral al moisés y a que le cambien los pañales. Que enorme privilegio vivir esta experiencia de vuelta, en un contexto tan complicado, donde todo salió perfecto y tuvimos 48 horas solos y tranquilos para conocernos, sin visitas. Tres semanas después, esta familia de 4 integrantes (tengo hijos, plural) se está acomodando, conociéndose, siendo feliz. Agotados, sin dormir, frustrados a veces, pero con el corazón rebosante de de felicidad y alegría-

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