No me arrepiento, para nada, de haber cerrado mi cuenta de Instagram de abrirme de ese mundo. Tengo el archivo guardado que tan gentilmente hicieron con casi 5 años de publicaciones de fotos, algún video y stories. No extraño ni la ansiedad que me generaban los stories ajenos, ni las alleged vidas perfectas de las mommy influencers. Pero sí, en ese impulso provocado por una profunda angustia existencial en un año del averno como fue 2018, haber cerrado Yo Soy La Reina, mi segundo blog. No por el readership, ni por la calidad de nada de lo que allí hubiera. Pero sí por algunas crónicas, de momentos muy específicos de mi vida que me hubiera gustado volver a guardar. De la media maratón, fotos de La Catalina, de algunos viajes, y textos escritos de la época de TEA. Me acuerdo específicamente de un post que decía I'm a damn good love letter writer, if I may say so. Of course I was. Fueron 11 años de mi vida allí. Pero, en este pequeñísimo espacio van 14. Y nuevas ideas, y voces, e historias, hopefully.

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