Abrir puertas y ventanas

Cerré, hace unos meses, my beloved Yo Soy la Reina. 11 años de mi vida en ese blog. Funcionó de a ratos como diario íntimo virtual, como brief de mis trabajos prácticos de TEA, como escenario por excelencia de mi narcisismo, como rosario de anécdotas, vacaciones, inseguridades, alegrías, amor, descubrimientos y aburrimiento, desde los 21 años a los 32. ¿Por qué? Quizá era momento de hacerlo. Quizá lo hice en uno de los tantos arranques de shut down my digital life que tengo cada tanto, que incluyó mi desactivación de Instagram (que sigue al día de hoy), Facebook (duró una semana por vez) y Twitter (never gonna give you up, never gonna let you down).

Pero guinziapos (que debería llamarse Gaznápiros), con su estética circa 2005, posts existenciales de mis 19 años, es un viejo, viejo amigo al que no puedo ni quiero dejar. Digo, ¿si no escribo acá dónde más lo voy a hacer? En mi Moleskine, en notas de mi teléfono, en Google Docs, en mi cuenta de Tumblr, o Medium, o dónde? No lo sé. Pero mientras seguiré acá diciendo lo que no me atrevo a decir tan públicamente: el aborto debe ser legal y gratuito, no quiero irme a vivir otro país aunque este se caiga a pedazos, mi hija es la persona más graciosa,que más amo, que más me hace enojar del mundo. No me cuesta poner límites. Que en mi vida alternativa me caso con Ryan Gosling y crío a sus preciosas Esmeralda y Amada Lee, y Aline a la vez. Mi hermana es la persona que más admiro en la vida. Mi sensación de amor incondicional más fuerte es la de mi abuela Deli, 20 años después de su muerte, no hay día que no me acuerde de ella y no la extrañe.

Persuasion no me está gustando tanto esta vez (número ¿12?) de lectura y me hallo comparándolo con P&P de vuelta. ¿Será que Lizzie tiene más sentido del humor que Anne?


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